Una imagen muy repetida. |
Lo primero
que debe hacer un hombre que padece impotencia es no desesperarse. Es sabido
que la disfunción sexual es frustrante y perturbadora, pero la desesperación
solo puede empeorar la situación. Entonces, es sumamente importante no perder
la calma y comenzar a informarse para ir detectando aquellas actividades o
vicios que deben controlarse. Es fundamental acudir a un especialista.
Para muchos hombres esto se torna difícil pero se debe intentar dejar de lado
los prejuicios. No hay considerar a la impotencia masculina como algo
vergonzoso ya que es algo común en muchos hombres. El médico, entonces,
comenzara con una serie de pruebas, de preguntas y analizara su historial
clínico para posteriormente comenzar con un examen físico en el caso de ser
necesario.
Los expertos
reconocen dos causas fundamentales en los problemas de erección. La primera es
psicológica y abarca todos los componentes psíquicos que pueden afectar al
hombre, es decir, todo lo relacionado con las sensaciones, los nervios, las
ansias, los pensamientos. La segunda causa es puramente física, tienen que ver
con lo orgánico, con lo genético. Ambas son tratables, ambas pueden combatirse
progresivamente. No se puede pretender combatir la impotencia masculina de un
día para el otro.
Diversos
estudios realizados en Norteamérica demuestran que un factor decisivo en la
impotencia es la edad. Los porcentajes hablan por si mismos, entre las personas
de 18 y 40 años de edad, existe un 10% con impotencia masculina, mientras
que las personas mayores de 70 años son afectadas en un 60%. Es decir, a medida
que el individuo crece, las probabilidades de presentarse disfunción eréctil
aumentan. Estos porcentajes nos indican que el número de personas afectadas a
nivel mundial es sumamente elevado.
La medicina
teórica ha ido variando sus concepciones acerca del surgimiento de la
impotencia sexual masculina. En un principio, el problema estaba centrado en
causas puramente psicológicas. Luego, con el tiempo, se empezó a creer que lo
psíquico no bastaba para explicar la impotencia y se comenzó a pensar en la
importancia de dificultades físicas. Es decir, se recurrió a un sinnúmero de
patologías para relacionarlas con la impotencia, entre ellas se encuentran la
diabetes, los efectos colaterales de medicaciones, desbalances en las hormonas
sexuales, etc.
Evidentemente,
este giro en la identificación de las causas, trajo aparejado un giro en la
realización de tratamientos para combatir la impotencia masculina. Se relegó la
psicología y sus intervenciones y se introdujeron tratamientos relacionados con
medicaciones, prótesis, inyecciones en el pene, etc. Todos recursos destinados
a lidiar con la parte física de la persona.
A pesar de esto, muchos especialistas siguen
sosteniendo y defendiendo la cuestión psicológica, colocándola por sobre la
disfunción física. Por ejemplo, una situación traumática en la vida de una
persona puede desencadenar impotencia. Esto esta comprobado científicamente.
Los trastornos mentales afectan la actividad sexual, como también lo hacen la
depresión, la ansiedad, el estrés. Este último tuvo su momento de auge, en
donde cualquier patología se le era atribuida. Para concluir, debemos decir que
el porcentaje de impotencia masculina entre las causas físicas y las
psicológicas se divide de la siguiente manera: causas Psicológicas 20% y causas
Físicas 80%.